Nueva columna de ‘Guardarropas y Autoestima’ disponible

‘Guardarropas y Autoestima’: Mi mamá me convenció de ir a terapia a los 14 años. Ella consideraba que muy bien no estaba y no se equivocaba. La que se equivocaba pensando que estaba todo bien adentro mío, era yo. Bueno, eso en ese momento qué iba a saber de esas cosas, ¿no?
Desde ese día, nunca dejé ni dudé un segundo en que el psicoanálisis te salva la vida. Gracias a Mirta, mis días se volvieron más luminosos sin lugar a duda.
Me acuerdo que entré al living de su departamento a la defensiva y con la plata de la consulta. Se la dí diciéndole que se comprara un lindo par de zapatos con un tono soberbio y característico de esa época. A veces pienso en que era una pendeja de mierda jajaja.
Se rió y me dijo que tenía talento para estas cosas. No se equivocaba, la moda siempre me atravesó hasta para desear cosas buenas de mala manera.
¿Qué fue lo que quise decirle con ese gesto? ¿qué le deseaba? ¿que tuviera una buena vida? ¿que no se cayera al caminar? ¿mejor ir caminando con comodidad? ¿que el camino se construía con tranquilidad? ¿que lo construiríamos juntas? ¿o en realidad me deseaba a mi misma tener los zapatos correctos para el camino que estábamos por comenzar? ¿cómo estaban mis zapatos en esa actualidad? ¿podía empezar a caminar? ¿estaba lista?
No sé, en realidad, que quise decirle pero sí puedo decirles que ahí comenzó una aventura. Nada de lo que sucedió con ella me lo esperaba, ni las preguntas, ni las ganas tan fuertes de ser yo misma sacando todo lo que no me pertenecía. A veces no bastan suficientes gracias.
A veces desde el dolor hacemos doler a los demás y pisamos mal por no tener las zapatillas correctas. ¿Cuántas veces nos esguinzamos por caminar en un camino que percibíamos que no era? ¿Cuántas veces nos caemos por la mala calidad de los zapatos que tenemos? ¿o por que elegimos unos pares que están cool pero no eran para nosotros en definitiva?
Pasos firmes con zapatos
Los zapatos son en esencia la herramienta que nos une con el piso, lo que nos permite pisar sin lastimarnos. Nos protege de cosas que nos pueden lastimar… Entonces, ¿por qué elegiríamos un zapato que nos lastima cuando su idea es que nos proteja? ¿por qué le cambiaríamos la función? ¿para qué tergiversar la esencia de las cosas?
No hay un zapato correcto para usar, ni una recomendación atinada, solo aquel que te haga sentir que lo es. El que te entalle, quede cómodo y te permita caminar al paso que sientas. Sin apresurar, ni retardar. Con la certeza de tener el pie firme aunque el piso no lo sea.