La película documental sobre el artista madrileño tendrá su première mundial en el Festival de San Sebastián antes de llegar a salas de toda España.

Ya está disponible el cartel oficial de Hasta que me quede sin voz, el esperado documental original de Movistar Plus+ que nos abre las puertas a la vida, el vértigo y las contradicciones de Leiva, una de las voces más personales e influyentes del panorama musical español.
El filme, dirigido de forma coral por Mario, Lucas y Sepia, se presentará por primera vez ante el público en el Festival de San Sebastián, con una proyección especial en el Velódromo de Anoeta, uno de los espacios más emblemáticos del certamen. Y como adelanto a lo previsto, su estreno en cines se adelanta al 17 de octubre, antes de su posterior llegada a Movistar Plus+.
Leiva sin filtros: un viaje emocional y físico al límite
En un momento clave de su carrera, y con más de 25 años de trayectoria a las espaldas, Leiva se enfrenta a uno de los mayores retos de su vida profesional: un problema irreversible en una de sus cuerdas vocales. Lejos de ocultarlo, el músico decide compartirlo desde dentro, en un relato contado en primera persona, sin testimonios externos ni narradores, donde todo lo que sucede, sucede realmente.
El documental sigue a Leiva en pleno frenesí: entre conciertos de su gira mundial de 2023, la grabación de su próximo disco Gigante y la composición de la canción original del propio filme. Todo esto mientras lidia con la amenaza constante de una voz que podría apagarse en cualquier momento.

Más allá del escenario: la persona detrás del artista
Hasta que me quede sin voz va mucho más allá del típico retrato musical. Es una historia profundamente humana que nos lleva por los momentos clave de su vida: desde el accidente que marcó su adolescencia hasta sus inicios con Pereza, la separación del grupo, su reencuentro con Rubén Pozo y su relación íntima con Joaquín Sabina.
A través de imágenes honestas y sin artificios, descubrimos a un Leiva vulnerable y contradictorio. Un artista adicto al frenesí del directo, pero que necesita desaparecer de vez en cuando en su refugio en la montaña para recomponerse lejos del foco.