Kendrick Lamar: La “revolución televisada” que sacudió el half-time show de la Super Bowl

Kendrick Lamar: La “revolución televisada” que sacudió el half-time show de la Super Bowl

El primer rapero en encabezarlo en solitario, convierte el show central de la final de la NFL en un grito de protesta, pulverizando récords y desafiando sin censura a Trump y Drake.

Kendrick Lamar: La “revolución televisada” que sacudió el half-time show de la Super Bowl
Imagen oficial de la NFL hecha por Logan Bowles

Si hay eventos que trascienden el ámbito deportivo, la Super Bowl siempre encabeza la lista. En 2025, la NFL sorprendió al mundo al entregar su escenario a Kendrick Lamar, quien, en apenas 15 minutos, convirtió el Half Time Show en un manifiesto poético y político que resonaría en todos los canales de la cultura americana. Lejos de ser un simple despliegue musical, la actuación se erigió en una declaración de principios, cargada de simbolismo y denuncia política y social.

Contexto histórico y cultural

Kendrick Lamar, ya consagrado tras haber ganado 5 Grammy por su tema Not Like Us, se encontraba en el epicentro por ser ya uno de los “beefs” más comentados del panorama musical. La rivalidad con figuras como Drake se había convertido en materia de debate entre fanáticos y críticos, mientras el rapero no perdía ocasión para cuestionar los mecanismos del poder y la complicidad de la industria. En un contexto donde la polarización y la crisis de identidad nacional se entrelazaban, Lamar decidió que su intervención en la Super Bowl no podía ser menos que revolucionaria.

Kendrick Lamar: La “revolución televisada” que sacudió el half-time show de la Super Bowl
Imagen oficial de NFL por Cooper Neil

La elección del Super Bowl como plataforma no fue casual. Este evento, que une a millones de espectadores en torno a un espectáculo deportivo, se transformó esa noche en un campo de batalla simbólico donde se disputaba, a golpes de versos y metáforas, el futuro de una nación dividida. La protesta de Kendrick no era únicamente musical, sino más una respuesta visceral a las contradicciones de un sistema que, ahora encabezado por Trump, volvía a olvidar las promesas de igualdad.

El gran juego americano

El montaje del espectáculo fue cuidadosamente ideado para impactar y hacer pensar. El escenario, que se asemejaba a un mando de PlayStation, simbolizaba el inicio de un juego en el que las reglas eran las de la revolución.

“La revolución está a punto de ser televisada, elegisteis el momento adecuado pero el chico equivocado”, comenzó Kendrick.

Esta declaración insinuaba que se abría una guerra simbólica contra un sistema corrupto. El diseño del escenario invitaba al público a imaginar que, en un abrir y cerrar de ojos, el «gran juego americano» estaba a punto de comenzar.

El anuncio fue realizado por El Tío Sam, encarnado de manera insólita por Samuel L. Jackson, quien reinterpretó el arquetipo de la personificación de Estados Unidos. En esta versión, El Tío Sam no solo vestía los colores patrios, sino que en su piel, como gran defensor de los derechos de la cultura afroamericana, simbolizaba delante de Trump una América en la que ellos también existen.

Kendrick Lamar: La “revolución televisada” que sacudió el half-time show de la Super Bowl
Imagen oficial de NFL hecha por John Biever

Una protesta visual y sonora

Desde el primer compás, quedó claro que la actuación era mucho más que entretenimiento: era una protesta. El elenco de bailarines, conformado íntegramente por afroamericanos, apareció vestido en azul, blanco y rojo, evocando la bandera de Estados Unidos. Sin embargo, la imagen se transformaba por momentos en algo más complejo al representar una bandera fragmentada en dos bandos, reflejo de la división y contradicción que afectan a la nación. Cada movimiento coreográfico fue una pincelada en un mural vivo de resistencia, en el que el arte se convirtió en el vehículo para denunciar las injusticias.

La puesta en escena se desarrolló a través de una dinámica de pregunta-respuesta entre Kendrick y El Tío Sam, un diálogo en vivo que fusionó la crítica social con el poder de la música. Este formato permitió que el mensaje se transmitiera de forma directa, haciendo del show una especie de foro interactivo donde el público era testigo de un debate simbólico sobre el destino de la sociedad.

El Diálogo de Confrontación: Kendrick vs El Tío Sam

Durante la interpretación de temas emblemáticos como «HUMBLE» y «DNA», la figura de El Tío Sam interrumpía la narrativa musical para emitir comentarios cargados de ironía y crítica. Con tono desafiante, el personaje exclamaba:

“¡Demasiado irresponsable! ¡Demasiado ghetto! Mr Lamar, ¿seguro que sabes jugar al juego?”

Este intercambio no era solo un recurso escénico, sino una representación de la tensión existente entre la imagen oficial del país y la cruda realidad que muchos vivían día a día. Salirse de lo correcto, no es bonito en E.E.U.U. La confrontación se intensificó durante la interpretación conjunta con SZA, cuando temas como «Luther» y «All the Stars» se convirtieron en el preludio de una respuesta igualmente mordaz por parte de El Tío Sam, quien replicó que aquello era “lo que América quiere: agradable y relajado”. Esta respuesta, llena de sarcasmo, evidenciaba la paradoja de una nación que prefiere el entretenimiento desprovisto de cuestionamientos a una verdadera confrontación con sus problemas estructurales.

El formato de diálogo permitió que el público viviera, casi en tiempo real, la confrontación de ideas: un Kendrick que exigía responsabilidad y verdad, y un El Tío Sam que, con ironía, defendía un status quo conformista.

El Ataque a Drake: La Culminación de una Guerra Simbólica

Uno de los momentos más inesperados y polémicos de la noche se dio en el manejo del tema «Not Like Us». En un giro sorprendente, Kendrick Lamar inició la interpretación anunciando el tema, pero en el último instante se detuvo abruptamente y se dirigió al público con la frase:

“A Drake le gusta demandar.”

Esa pausa, cargada de tensión, dejó al espectador en un estado de incertidumbre y anticipación. Pocos minutos después, tras cantar «Luther», Lamar desató la locura y comenzó a cantar Not Like Us con una intensidad inusitada, dejando de lado cualquier tipo de censura, sobre todo en la parte en la que dirigía sus críticas a Drake. A sabiendas que podría ser demandado si pronunciaba su nombre en televisión.

El simbolismo fue una constante a lo largo del espectáculo, y cada detalle parecía estar cuidadosamente diseñado para enviar un mensaje. Uno de los elementos más comentados fue el collar que lució Kendrick Lamar, con la “A Minor”. Más que un simple accesorio, el detalle se convirtió en un dardo cargado de insinuaciones, una acusación que aludía a aspectos oscuros de la figura de Drake. En el juego del poder y la influencia, los gestos más sutiles pueden ser devastadores, y Lamar lo sabía bien. Otro de los guiños fue cuando un bailarín mostró la bandera de Gaza, aunque dicho momento no fue televisado, pero sí mostrado por los fans en redes sociales.

La aparición de Serena Williams

Pero si hubo un momento que rompió todas las expectativas, fue la aparición de Serena Williams en el escenario, ejecutando el “Crip Dance”. Este baile profundamente arraigado en la cultura callejera afroamericana, ha sido históricamente una forma de expresión y resistencia dentro de comunidades marginadas. Serena, quien en el mundo del tenis ya había incorporado estos movimientos como un guiño a sus raíces, llevó el mensaje aún más lejos. Su presencia en el show no solo fue un acto de reivindicación cultural, sino también una jugada irónica contra Drake, quién fue su pareja. En un espectáculo que no dejó espacio para lo fortuito, cada gesto fue un símbolo, y cada símbolo, una declaración de guerra.

Reacciones y debate público

La repercusión de la actuación fue inmediata y masiva. En redes sociales, medios de comunicación y foros especializados, el público se dividió en opiniones encontradas. Para algunos, Kendrick Lamar había logrado capturar el espíritu rebelde y crítico que necesitaba la sociedad, utilizando el escenario de la Super Bowl. Para otros, la mezcla de política, confrontación y polémica había sobrepasado los límites de lo aceptable en un evento de tal magnitud.

Este evento quedará en la memoria colectiva como el día en que la música rompió con las cadenas del conformismo, y que sirvió para denunciar un sistema que, a pesar de sus promesas, había fallado en proteger y representar a sus ciudadanos, entre muchas otras cosas. La Super Bowl 2025 se transformó en una llamada a la acción y a la reflexión, y un recordatorio de que, en ocasiones, la verdadera revolución comienza en el escenario.

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