París Fashion Week: El armario cápsula más surrealista de Schiaparelli
La capital francesa ha acogido, una vez más, la propuesta Spring/Summer 2025 de Schiaparelli.
Lucía Cubelos
Estilista, creadora de contenido y futura periodista con especialización en moda
30/09/2024 – Tiempo estimado de lectura: 6 min
Esta vez, Daniel Roseberry ha presentado una colección Ready To Wear que no solo está llena de todos los elementos que caracterizan a la marca italiana, sino que ha tenido como base el tan mencionado armario cápsula. París, la icónica Place Vendôme, un fondo azul eléctrico y 46 looks. 46 looks que podrían entrar en el armario de un extrovertido fashionista actual, pero que, quien lo descubra dentro de 20 años, será consciente, con un solo vistazo, que se tratan de auténticos tesoros vintage. Eso es exactamente lo que ha buscado crear Daniel Roseberry con esta propuesta para Schiaparelli, un “vintage del futuro”.
Una colección repleta de prendas atemporales, pero que llevan todavía toda esa esencia de la marca, demostrando el verdadero significado de la atemporalidad. Esta palabra que tanto escuchamos en moda últimamente no tiene tanto que ver con prendas básicas, camisas blancas, pantalones de traje y buenos jeans rectos como todos creemos. El verdadero significado de atemporal simplemente quiere decir que es algo que te lo puedes poner hoy, al igual que te lo puedes poner dentro de 40 años, sin que nadie piense que estás viviendo en otra época.
Se refiere a la moda de verdad, aquella que no pasa de época. Aquella que la veas en el momento en el que la veas, querrás llevarla encima. Si todavía te sigue costando entender el significado de esta palabra, ya que una imagen vale más que mil palabras (o al menos eso dicen), echa un vistazo a esto.
Roseberry ha traducido perfectamente a lo visual ese significado de atemporalidad del que os estaba hablando. Y no lo ha hecho a través de los básicos que a menudo categorizamos como “aburridos”, sino que lo ha hecho a través de piezas que tienen su punto base en prendas que conforman los básicos de un armario, pero que han sido convertidas en piezas únicas al llevar tatuado el ADN de Schiaparelli. Encontramos jeans vaqueros rectos, si, pero con una cintura hiper pronunciada en forma de U y unidos a un body en color crema que aparentemente parece otra pieza separada del pantalón, pero que en la realidad es otro más de los trampantojos típicos de Schiaparelli.
ambién encontramos el típico traje de blazer y bermuda, pero con una exagerada manga acampanada y acompañado de una larga corbata trenzada. O conjuntos de falda y chaqueta pero adornados con los clásicos detalles dorados surrealistas, o de los que de repente emerge un velo tan traslúcido que cuesta identificar como uno de los tejidos que forma parte de la prenda. Tampoco ha faltado la corsetería ni el rediseño de la figura corporal, que han convertido vestidos vaqueros en la pieza deseada por todas las asistentas de la pasarela parisina, así como tampoco faltan los cientos de detalles surrealistas en metal, como grabados de rasgos faciales en pendientes y broches, referencias a animales o las características llaves y cerraduras que ya son un icono de la firma italiana.
Pero, como todo buen desfile, Schiaparelli no se ha quedado solo en las prendas. El desfile ha estado protagonizado por algunas de las modelos más aclamadas por todos los tiempos, como Candice Swanepoel, Mona Tougaard, o la mismísima Adriana Lima. Además de esto, acostumbramos a que comience el show desde el momento en el que comienzan a llegar las celebrities al evento, esta vez no ha sido para menos. Entre el front row, Kylie Jenner, una de las clásicas estrellas a los desfiles de la firma, ha sorprendido esta vez con un vestido negro con escpote cruzado que consiste en una extensión de la colección que posteriormente íbamos a ver en pasarela.
Una colección con la que, una vez más, Daniel Roseberry se postula como el mejor sucesor que nuestra querida Elsa Schiaparelli ha podido tener, y que nos enseña que esa atemporalidad a la que normalmente catalogamos como aburrida, no tiene por qué serlo. Tan solo hay que mirarlo desde el característico ojo gigante de Schiaparelli.